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Funciona así: “las elecciones tienen un alto costo que financian las Corporaciones, luego los Partidos Políticos producen legislación que aumenta el poder político y riqueza de las Corporaciones”. Éste círculo vicioso es tan viejo que aparece en el libro de Adam Smith, La Riqueza de las Naciones. “Los arquitectos de las políticas son los dueños de la sociedad que no permitirán que se avance contra sus intereses”. Aquéllos que Adam smith llamó, “Los amos de la Humanidad”, son actualmente las intituciones financieras y las Corporaciones Multinacionales, que según el viejo Adam Smith siguen una “máxima vil”, “todo para nosotros”. Pero, ¿de dónde nacen éstas oscuras intenciones?, ¿los ricos son malos por naturaleza? No, lo que sucede es que los mueve el miedo; miedo a que los pobres resentidos se unan y les arrebaten sus riquezas. James Madison, principal legislador de la Constitución de los Estados Unidos, dijo: que “la mayor preocupación de la sociedad ha de ser proteger a la minoría opulenta contra la mayoría.” Por lo tanto la Constitución y las Leyes deben poner límites a la democracia.
En la década del '60 hubo un cambio de conciencia, sectores hasta entonces pasivos y apáticos pasaron a la militancia activa. La lucha por los derechos civiles de la minoría negra y de las mujeres, el nacimiento de los movimientos pacifistas y ecológicos, y movimientos solidarios con las necesidades de pobres y marginales, llenaban las calles estadounidenses y del mundo. Todas éstas luchas produjeron un gran temor, temor que ocasionó una fuerte reacción de los grupos poderosos. Un contrataque que todavía no termina.
Alan Greenspan, que fue presidente de la Reserva Federal de EE. UU, explicó que su éxito en la gestión económica fue en gran medida producto de una mayor inseguridad de los trabajadores. Una mayor inseguridad producto del desempleo, a su vez, producto de la descolocación y de la financiarización de la economía. Inseguridad que produce miedo en la clase trabajadora, miedo con el cual se puede mantener bajo control a los movimientos democratizadores. Entonces, rediseñaron la economía para retomar el control, y con éste control aumentaron su riqueza que a su vez les permitió realizar más cambios. Y así hasta que el poder se concentra en muy pocos.
Retomando nuestra pregunta inicial sobre el drama argentino: ¿De quién fue el plan? El plan es del 1%, argentinos financistas corruptos manipulados por Wallstreet llegaron al poder vía elecciones “democráticas” y nos entregaron con moño y todo a las garras del FMI. Max Keiser, con una deuda a propósito imposible de pagar, no ve ninguna salida para argentina. El diagnóstico es igual para toda la región; con Lula preso, Correa procesado por su propio partido, y Cristina proscripta por Jueces y Fiscales que bailan en la embajada, el panorama es desolador. Ser conscientes de que la lucha por el control soberano de nuestras vidas como ciudadanos argentinos, se libra contra ese todopoderoso 1% no es poca cosa, es fundamental. Nuestra gente no sabe lo que está ocurriendo, tomar conciencia de lo que pasa y de lo que está en juego es gran parte de la solución.///